sábado, 2 de febrero de 2008

Nº 11

Él y ella ya se conocián, y de eso ya hace mucho tiempo,
se citaron para torturar una serie de teclas
oxidadas por la inclemencia del invierno.

Él estaba muy enamorado de ella, pero la viscersa
era tan solo imposible. Se encontraron en la casa
de él, en su guarida personal, en ese espacio tan
privado ke nadie nunca habia pisado.

Se alistaron para empezar a trabajar, pero no fue
eso precisamente lo que empezaron; antes de ver
teclas y pequeños numeros aguados, se unieron
apasionadamente, y se esculcaron entre la piel
y el alma, hasta que... sonó el despertador de él,
que anunciaba la pronta llegada de ella para acudir
a la cita, la de las teclas.

Y en todo el tiempo que la espero, y desde que ella
llego y estuvo ahí junto a el, lo unico que el añoro mas
que nada es que todo lo que creyo vivir la noche pasada
se hiciera realidad, pero no fue asi.

Se sintio ajeno a si mismo cuando la acompaño a la puerta
a despedirla, sintio ganas de salir corriendo tras ella
mientras la veia caminar bajo la leve lluvia que caia, pero
se conformo con cerrar la puerta y esperar a llegar al
dia siguiente a la oficina y saludarla con la taza de cafe
puntual que siempre le llevaba.

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